Estos discos grabados en La Fusa, hace ya la intemerata, siempre he defendido que deberían ser obligatorios enseñarlos en la escuela. La vitalidad, el ritmo, en definitiva, el buen rollo que transmite esta música es infinito. Y eso, hoy, con la que está cayendo y el panorama que hay por delante, es muy importante. En los momentos de bajón, o en los momentos de alegría y ganas de bailar, o de tener una buena conversación, es imposible resistirse a este ritmo contagioso.
También se produce en mi de manera automática su asociación a esas noches de verano, a ese garito reconvertido en banco donde veíamos tocar estas canciones a un grupo anónimo pero que nos llenaba de alegría y nos transmitía toda la vitalidad de esta música, en lo que también ayudaba que duda cabe las botellas del amigo Jack D. Y me acuerdo estos días porque me acuerdo de mi amigo-hermano que estos días lo ha estado pasando mal y lo pasará mal, por mucho que se contenga y lo niegue, como ha hecho casi siempre. Cómplice de muchas batallas, de muchas aventuras, de muchos despertares.
Ahí os lo dejo, espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo.
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